28.6.07

La maldición oculta

Mientras ayer veía el Italia-URSS de España-82 apareció de nuevo la maldición que acecha a nuestros deportistas de élite y que pasa prácticamente inadvertida desde hace muchísimo tiempo. Pensareis que las maldiciones son supercherías y cosas del pasado, pero estáis del todo equivocados. Existen y la que ha caído sobre nuestros deportistas es devastadora. Les limita profesionalmente desvirtuando sus cualidades y mostrándoles como torpes e ineficaces. Os hablo de la mala suerte.

Algunos podrían pensar que nuestros tenaces, certeros, incansables, inquietos maestros de su especialidad no buscan tan eficazmente como sus rivales de otras nacionalidades la solución a su falta de competitividad. !IGNORANTES! Es la maldición lo que les lastra, lo que les impide competir en igualdad de condiciones. Es más, nuestros deportistas son tan buenos que incluso a pesar de su mala suerte consiguen que sus rivales fallen por la presión incansable de nuestros ases y hasta consiguen campeonatos. ¿Habéis oido alguna vez que falle un rival de nuestros campeones por mala suerte cuando hay algo en juego? La prensa, a través de sus múltiples y objetivos análisis de la realidad, lo habría reflejado, o nuestros campeones nos habrían transmitido su suerte debido a la desgracia ajena. Por lo menos yo no los he oído, con lo que parece que la mala suerte es desafortunadamente, patrimonio de nuestros héroes.

Por los casos que os voy a comentar, comprobareis que es una realidad que les persigue desde hace mucho mucho tiempo.
En el partido que he citado al principio, si recordáis lo disputaban soviéticos y brasileños, y aún así, se cebó en los nuestros que participaban en él. Había 22 futbolistas más reservas, pero eligió a los nuestros. ¿Casualidad? Unos pensarán que si. Hay partidos complicados. Pocos pero los hay. Les tocó uno de ellos. Se produjeron 2 posibles penaltis, uno para cada equipo. Estamos hartos de ver partidos sin jugadas polémicas. O con ellas, pero que la suerte favorece al árbitro al coincidir con la opinión del deportivo público, tanto local como rival, que por encima de todo valoran la dificultad de juzgar estas situaciones. Partidos sin piscinazos. En los que no se producen caídas en el área por recibir la agresión del aliento de los defensas. Incluso sin alitosis, porque debemos de ser conscientes amigos, que también existen defensas que cuidan su dentadura. O partidos sin las devastadoras heridas producidas por el roce en el área de las camisetas de defensa y delantero, sin fueras de juego dudosos, juego sucio ni duro. Y no me podía olvidar de la jugada que más temen los árbitros. Os hablo de la activación involuntaria de las trampas instaladas en las áreas. Resquicios de otras épocas que por falta de recursos económicos se ven obligados a mantener los clubes y que al resultar invisibles para el público pero no para los árbitros, provocan la ira descontrolada del público contra el árbitro cada vez que se producen. Os pensais que cuando va el delantero con el balón controlado y se desliza el defensa 2 metros antes o 2 después suyo, el delantero finge la caída, pero estáis muy equivocados. Es el defensa quien, al deslizarse, presiona involuntariamente una pequeña pieza que, pulsada en el momento inapropiado, activa un minúsculo dispositivo que zancadillea al delantero provocando su caída en el área. ¿qué puede hacer el árbitro sino penalizar al involuntario pero al fin y al cabo agresor?

En este caso fueron 2 jugadas dudosas en las áreas, una en la de cada equipo. Y nuestro deportista, el responsable de aplicar un sistema de juzgar partidos existente desde más de 50 años en las distintas federaciones responsables de arbitrar el fútbol y que se ha demostrado tan eficaz, quien ha debido soportar este castigo eventualmente. La influencia de los errores arbitrales en los resultados siempre ha sido mínima y si tienes la suerte de evitar estos partidos, eres un buen profesional. Esta es la desgracia de nuestros deportistas.

Otro voy a contar otro caso tan reciente como que se produjo este fin de semana en Donington en la carrera de 250cc. Llovió y se cayeron todos los pilotos españoles que competían. Salvo uno que consiguió reincorporarse a la carrera, el resto se vieron afectados por la mala suerte que les hizo abandonar. Afortunadamente, hay veces que los comentaristas son conscientes de la maldición que les acecha, pero sólo muy raras veces lo indican y ésta fue una de ellas. Cada vez que se caía alguno, lo indicaban, lo cual sin duda, les ayudará a perseverar a nuestros pilotos. Gotas que caían en el momento inapropiado, aceite y combustible desprendido de la moto precedente, arena desplazada a la trazada de alguno de nuestros ases son algunos de los motivos realmente responsables de las desgraciadas carreras que realizaron.

También reciente es el caso de todo un bicampeón del mundo de Fórmula 1 quien se vió afectado en Canadá hace menos de 1 mes. Estaba a punto de conseguir la pole en la vuelta de calificación cuando justo en la última curva su coche se deslizó impidiéndoselo. Aunque muy conocido, comentaré de nuevo la tremenda mala suerte que tuvo con sus 4 salidas de pista y las salidas del coche de seguridad en los peores momentos para él. Menos mal que en este caso fue él quien intentó que abriéramos los ojos responsabilizando con justicia a la mala suerte su terrible carrera.

Son sólo unos casos ejemplificativos del auténtico lastre que impide a nuestro deporte alcanzar los éxitos que por su calidad merecen nuestros deportistas. ¡Porque ya es mala suerte que tengan tanta mala suerte!

¿O es que alguno pensabais que se debía a incapacidad o mejoras pendientes de realizar en sus capacidades? Lo repito: IGNORANTES. Ahora, para celebrar la suerte que he tenido al conseguir mostrar públicamente esta terrible maldición y ver si así entre todos conseguimos conjurarla, os propongo fumar, pero no cualquier cosa, sino cigarros de la principal marca patria: ¡Fortuna!

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